La cuestión es que la NME es un cadáver a todos los niveles posibles: ya no tiene edición en papel, es prácticamente irrelevante a nivel de generar discurso, no tiene credibilidad ninguna y a día de hoy es poco más que un vertedero de artículos pretendidamente virales sobre declaraciones de algún Gallagher o de Alex Turner.
Pitchfork, sin embargo, sigue funcionando bien. Está adaptada a sus tiempos. También es verdad que pertenece a Conde Nast y eso le ayuda.