Pasada ya la resaca, voy a relatar brevemente mi experiencia aquí.
Solo fui el sábado, el viernes me quedé de poteo por Vitoria, que es otro festival pero de bares. Muy disfrutón, muchos bares, muy buenos y un ambiente chulísimo. Mucha música en la calle y mucha vida.
El festival, como organización, es un 10. No le falta detalle. Es cómodo, cualquier acto cotidiano como pedir una birra o mear es sencillo. Las burocracias de entrada, cargar la pulsera, etc... son rápidas. El sonido es excelente y el público (canosos en su mayoría) afable y colaborador.
En cuanto a los conciertos, vi tres. Empecé con Emmylou Harris, que vacío con una banda muy solvente, sus canciones tristes de Honky Tonk, hasta hacerme llorar un par de veces. Qué historias y cómo las cuenta. Mi sensación anímica fue muy similar a cuando he visto a Portishead o a Leonard Cohen. El objetivo de cualquier concierto, emocionar, lo consiguió con creces.
De Patti Smith poco se puede decir ya. Que lo volvió a hacer y que cada vez canta mejor. De la última vez que la vi en Paredes Do Coura no repitió más que un par de canciones y los himnos. Está vez sí que me tocó Dancing Barefoot, que se me quedó la espinita clavada. En esta ocasión las versiones fueron Helter Skelter (felicitando el cumpleaños a McCartney) y I Wanna Be Your Dog, cantadas por su banda, en la cual está el hijo que tuvo con Fred Smith, guitarrista de MC5. Bis con People Have the Power en la que una Emmylou Harris, que estaba viendo el concierto entre bambalinas, no pudo evitar salir a sumarse.
Ahora mismo y a sus 75 años está en el podio abosoluto del rock. Se mea en todos. Hubo momentos que tenía más fuerza que los Rage Against The Machine.
Después de Patti pasé de ir a ver a Black Mountain, que les tenía ganas, nos quedamos de fondo charlando, bebiendo, fumando y aterrizando.
No daba ya un duro por Suzi Quatro. Lo afronté con muy bajas expectativas después de lo vivido con Patti. Qué equivocado estaba. Suzi salió, como la doctorada en música por Cambridge que es (y que se ocupó de recordarnos) a dar una lección. Liderando la puesta en escena con su enérgico estilo de tocar el bajo, repasó su amplia carrera con una ejecución impecable. Nos enseñó que el bajo y la batería son lo más importante de un grupo de rock porque son el motor, y que lo sabía bien porque ella es de Detroit. Nos mostró, dejando descansar a la banda, cómo se puede pasar a tocar una preciosa balada a piano. Nos enseñó al público a interactuar con el show, nos exigió y respondimos. Creo que aprobamos. He estado un par de días sin voz. Gracias por la lección, Suzi.
Y después a uno de los dos garitos que había donde ponían un musicón impresionante. Nada de bakalaos, breakbeats y polladas. MUSICÓN. Bailé hasta la extenuación.
Cerramos el garito, dormimos unas (pocas) horas y de vuelta al gris Madrid.
Es un festival que se le ve muy asentado. Han dado con la receta perfecta en sus proporciones idóneas. Si menguan se pueden ir al garete, si crecen pierden la comodidad y la esencia. Han optado por respetar y mimar esa fórmula. Como los buenos restaurantes.
Tremenda experiencia, el tándem Vitoria-Azquena Rock Festival es puro gourmet. A poco que traigan a un par de nombres interesantes repetiré.
En la contra los precios de las bebidas. Vaya sablazos.