Seguimos contando cosas.... v.2

"Seguidme pero no os asustéis, mi casa está en el culo del mundo", nos dice antes de enfilar carretera arriba. Realmente, vivo perdido en medio de una inmensidad verde, haciendo del suyo, el pòmpins más atractivo del planeta. Hectáreas de bosque que rodean una casa digna de la portada de la más prestigiosa revista de arquitectura y diseño. En su interior, un montón de imágenes y recuerdos que atestiguan que Gay Mercader es el promotor musical más importante que ha habido en este país. "Hay músicos con los que mantengo mucha amistad, como el Keith Richards. Otro es el Sting, quien en 1989 me volvió medio millón de dólares. Un hecho que, en un negocio como este, realmente denota una cierta estima. También son grandes amigos del Iggy Pop, la Patti Smith, en Phil Collins o los AC / DC. Pero es que cuánta gente puede decir que hace más de treinta años que trabaja con los Rolling Stones y está bien no sólo físicamente, sino mentalmente? Dos y medio (risas). Ahora, también hay otras con un carácter muy especial, como Van Morrison o Lou Reed ".

Cuando eras pequeño, ¿qué querías ser de mayor?
De pequeño escribí una redacción donde explicaba que si lograba ser muy rico, construiría una casa muy grande cerca de un río, en medio del bosque.

No te preguntaré si eres muy rico, pero lo que es evidente es que vive nos aquella casa que soñabas.
Efectivamente, no me puedo quejar.

Al nacer, tú no viniste de París sino que fuiste!
Cierto (ríe). Nací en Barcelona porque soy el primogénito de una familia de aquí de toda la vida. Incluso tenemos una calle, el Pasaje de marcadas, cerca de Rambla Catalunya, entre las calles Mallorca y Provença. Entonces la familia vivía en París por negocios de mi padre, pero para ellos era muy importante que fuera catalán. Y así fue. Con todo, aún no tenía un mes que ya estaba en un avión dirección a París. Y allí viví hasta los dieciocho años. Mis referentes culturales son franceses y han tenido una gran influencia a lo largo de mi vida. Tuve la suerte de poderme educar en unos colegios muy buenos, donde paraban especial atención al análisis y el debate del por qué de las cosas. Unas escuelas donde también iban los nietos del General de Gaulle, el hijo del Onassis o incluso, aunque de ello no me enteré hasta hace poco, en Sarkozy.

¿Qué círculo de amistades!
Vivíamos a cien metros del Arco del Triunfo ya cien metros de los Campos Elíseos, es decir, en el centro de París. Lo cierto es que desde pequeño me acostumbré a conocer y convivir con gente rica o muy rica. No puedo negar que me crié en un ambiente un poco selecto.

Tú sí que viviste el Mayo del 68, ¿verdad?
Y tanto. Me cogió haciendo el último curso del bachillerato. Entre el mundo burgués en el que vivía, los sonados aquellos que decían cosas y los primeros porros ...

Un cóctel muy estimulante
Debo reconocer, sin embargo, que mi participación en la revuelta de Mayo del 68 fue muy relativa. Lo habitual en aquella época y en los círculos en que yo me movía, era que cada fin de semana se hiciera una fiesta. Eran fiestas en castillos impresionantes donde llegué a ver actuar gente como Moody Blues o los Kinks. Durante el Mayo del 68, lo que hacíamos con mi grupo de niños pijos, era que al terminar estas fiestas, cogíamos el Mini y nos íbamos hasta el Boulevard Saint Germain. Aunque dentro del coche, nos sacamos el esmoquin, nos poníamos pantalones de pana y tirar piedras.

Ay, estos niños bien!
En toda manifestación están los convencidos, los que se aburren y las hormonas juveniles. Recuerdo que en una de estas manifestaciones acabé dentro del teatro del Odéon. Había un pasillo con una especie de aulas, y dentro de una de ellas me topé con un tipo que explicaba cómo hacer un cóctel molotov! Allí mismo, otro día presencié un debate entre el presidente del Banco Lyonnais, uno de los más importantes del país, y un estudiante. Algo totalmente insólito. La revuelta realmente sólo duró cuatro o cinco días, pero fue un momento histórico muy importante. Movimientos como los del 15-M pueden sorprender pero son actos que todos tenemos asimilados, pero en aquellos momentos una revuelta como aquella significó una auténtica ruptura con lo establecido.

¿Qué tienen en común los miembros de la alta sociedad y las estrellas del rock?
Te contaré algo. Nunca me había fijado en las piernas de las mujeres sino con su cara, hasta que un día vi un abrigo de bisonte con dos piernas preciosas entrando en un hotel. Era la Sofía Loren. El ambiente donde me crié y aquel París donde era posible ver por la calle estrellas del cine como Sofía Loren, me vacunaron contra la impresión. Para mí que un tipo sea ministro, Papa de Roma, presidente de un gobierno o Michael Jackson, está bien pero no me dice nada. Más que impresionarme, tengo respeto por la gente.

No te ha impresionado a nadie?
Tengo que reconocer que el día que estaba en la habitación del manager de los Rolling Stones en el hotel Princesa de Barcelona, ​​sonó la puerta y de repente apareció "the greatest rock band in the world", sí que me sentí impresionado. De pronto la foto se había hecho realidad.

Desde París, ibas siguiendo lo que pasaba en nuestro país?
Como mis abuelos maternos vivían aquí, los veníamos a ver las vacaciones de verano, Navidad y Semana Santa. Pero nunca me sentí demasiado arraigado en ninguna parte. En Francia era el español y en España me decían que era francés. Y cuando empecé a montar conciertos era "el catalán" (ríe). Veníamos, pero la realidad social del país no la conocía porque en Francia no se hablaba de lo que pasaba aquí.

África empezaba en los Pirineos.
Los franceses directamente nos ignoraban. Pero no haber sido consciente de la situación social ni de la represión que se vivía aquí, y eso que por casa pasaban personajes muy importantes, me ayudó a hacer todo lo que hice. Recuerdo que un día en Madrid, en un concierto de Próculo Harum, instalamos unos altavoces que tapaban la visión del escenario desde algunas partes del recinto, algo relativamente habitual incluso ahora en un concierto de rock. Pues se me acercó alguien y me dijo: "el señor comisario, Cuando Vea cómo ha instalada eses altavoces, le va a cancelar el concierto". Y yo pensé que cuando viniera el "comisario", ya me diría lo que me hubiera que decir. No era valentía, era pura ignorancia. No tenía ni puta idea de una situación social que, aunque parezca mentira, acabé descubriendo leyendo artículos de la revista Interviú (ríe). Otra vez fui a ver al director del Palacio de Deportes de Barcelona, ​​un militar que se llamaba Señor Posse. Quería solicitar el permiso para poder hacer un concierto, pero sólo verme entrar me echó del despacho.

¿Por qué?
Por la melena, supongo. Pero con mi inconsciencia, iba insistiendo hasta conseguir lo que quería.

¿Cómo descubrir la música rock?
De muy pequeño. Uno de mis primeros recuerdos musicales es escuchar por la radio "The House of the Rising Sun" en versión de los Animales. Tenía doce o trece años y dije a mis padres que aquel grupo triunfaría (ríe).

Ya tenías buen ojo para los grupos de éxito.
Lo mejor de Francia era que bandas como los Beatles, Rolling Stones o Pink Floyd fueron auténticas celebridades desde el primer día. Además, la gente con la que crecí, al ser muy ricos, viajaban mucho, siendo una fuente inagotable de experiencias e historias. Tengo muy presente el hermano de un amigo mío explicando cómo había vuelto de un viaje a la India con Eric Clapton y en Ginger Baker. Y tenía otro amigo que su primo era Michel Taittinger, de la familia productora del champán Taittinger. Pues este Michel organizaba fiestas con los Beatles y los Stones! Aquellos años, en París podías ir a locales como el Rock'n'Roll Circus, que es donde dicen que verdaderamente murió Jim Morrison, o el Castle, que era la discoteca más pija de la ciudad, y escuchar los Doors, la Velvet underground o Canned Heat y tener la Onassis sentado al lado.

¿Qué fue el primer concierto al que fuiste?
Uno de los Beatles. Mi padre nos compró las entradas y fui con mi hermano Edgar. Fue el 20 de junio de 1965 en el Palacio de Deportes de París, y los teloneros fueron los Yardbirds. Recuerdo que me compré un libro de los Beatles que aún lo guardo y el single de "For Your Love" de los Yardbirds. Un tema que me dejó alucinado. Eso sí, los Beatles tenían un problema: allí chillaba todo el mundo y era imposible escucharlos.

Por eso dejaron de actuar.
Durante el concierto, mi hermano y yo nos mirábamos preguntándonos qué hacían todas aquellas chicas gritando (risas). Poco después también pude ver los Rolling Stones aún con Brian Jones, en el teatro Olympia. Estos son los primeros conciertos que recuerdo.

No está nada mal, para empezar.
Sí, es un buen debut (ríe). En aquella época mis héroes eran cuatro: Beatles, Stones, Kinks y Animales. Todos ellos máquinas de hacer éxitos uno tras otro.

Y los cuatro, quien era tu favorito?
Los Kinks me gustaban mucho. ¿Hay alguien que pueda resistir el riff de guitarra inicial de "You Really Got Me"? Imagínate que con catorce años llegas a casa, pones esa canción y ves que molestas a los grandes. Sólo por esta reacción te habían de gustar por fuerza (ríe). Los animales también me volvían loco, y la pasión por los Stones fue creciendo con el tiempo. Mientras que los Beatles fueron los primeros y por tanto muy importantes. Mi padre tenía una compañía de seguros, y había un cliente de Londres multimillonario que tenía muchos Rolls Royce. Fue él que nos explicó que los Beatles también tenían uno. Al oírlo pensé que era brutal que un tipo melenudo pudiera tener un ejemplar del máximo símbolo del poder económico establecido. El rock era una militancia. En la tienda de discos donde iba a comprar, ya los tenía avisados ​​que me guardaran todos los discos que llegaran los Stones. No me había ni escucharlos antes, eran los Stones y con eso ya tenía suficiente.

Se ha aburguesado, el rock?
Te pondré un ejemplo. En 1982 me cancelaron un concierto de los Stones en el campo del Espanyol con cuarenta mil entradas vendidas, y no pasó nada. Llamamos a todos los que teníamos a mano y nadie nos hizo caso. Se les metía que cuarenta mil personas tuvieran una entrada y que, hablando claro, se le tuvieran que meter por el culo. Hoy en día me prohíben un concierto y salgo en primera página de los diarios porque he hecho alguna de grande o cae el de ministro o consejero cultura o quien haga falta. Pero entonces el rock no tenía ningún tipo de influencia ni importancia.

¿Quién y por qué lo prohibió, el concierto?
Era el año del Mundial de fútbol, ​​y entonces los clubes de fútbol dependían del dinero de las quinielas. Un dinero que controlaba el presidente de la Federación Española de Fútbol, ​​Pablo Porta. Al mismo tiempo, el Mundial de Fútbol tenía dos cabezas, el propio Pablo Porta, encargado de la parte deportiva, y Raimundo Saporta, presidente de la Federación Española de Baloncesto, que dirigía las actividades culturales que se organizaron paralelamente al fútbol. Por peleas internas, Pablo Porta presionar a los directivos del Espanyol, todo coaccionando-con el tema del dinero de las quinielas. Si el concierto se hacía no verían ni un duro. Evidentemente, nos dieron una patada en el culo. Pero eso no fue todo, porque teníamos que hacer otro concierto en Madrid, el Vicente Calderón, que también estuvo a punto de suspenderse. Como el problema real era la pasta, porque no me prohibieran el concierto de Madrid, que hubiera sido mi tumba como promotor de conciertos, propuse hacer dos conciertos.

Doble o nada.
No es que fuera muy valiente, simplemente no tenía otra alternativa. Entonces el problema fue que la venta de entradas del primer concierto iba tan bien que la gente creyó que las entradas para el segundo también se habían agotado, cuando la realidad era que me estaba arruinando.

Como te saliste?
Tuve un momento de inspiración y se me ocurrió hacer una campaña publicitaria en todas las radios. Cada media hora sonaba una cuña que decía: "quedan entradas para los Stones", nada más.

Funcionó?
En un día vendí vigésimo siete mil entradas! Salvé el cuello.

Te has arruinado alguna vez?
Tres o cuatro. Arruinarte es muy sano porque te limpia la agenda de amigos. Tengo la teoría de que aquel que en momentos complicados se te acerca para decirte: "me sabe muy mal que estés así", es que en el fondo se alegra (ríe). La última vez que estuve a punto de quebrar fue en 1992, cuando los Guns N'Roses nos dejaron tirados.

¿Cuál uno, el Axl Rose!
Les demandó a España, Inglaterra y América, porque era un grupo americano, que la había contratado a través de una agencia inglesa y actuaba en España. Gané el juicio y me tuvieron que pagar todo el dinero que me debían y todos los gastos en abogados, que eran monstruosas. Me gasté hasta el último duro que tenía, pero al final acabó convirtiéndose en una cuestión personal: o ellos o yo. Y no sólo ganamos sino que creamos jurisprudencia. Si alguien busca en los libros ingleses de derecho, es posible que se encuentre el caso de Gamerco contra Guns N'Roses. Con todo, con los años he descubierto que el promotor que comienza con un éxito acaba arruinando, y yo empecé a varios fracasos.

¿Cuál fue el primer concierto que vas organizar?
Uno de los primeros fue un concierto de Black Sabbath que se suspendió porque se pusieron enfermos.

Ozzy Osbourne, otro indomable!
Hubo más fracasos al principio. Llegado de París trabajé, aún hoy no sé cómo, en la puerta del Pachá de Sitges, pero como sabía mucho de música también los compraba los discos. Fue así como poco a poco me gané su confianza, hasta que me dejaron organizar un primer concierto. Un grupo noruego que se llamaba Titanic.

Sinceramente, no los conozco.
Tenían un sonido similar al de Santana, con mucha percusión. Los llevé en Sitges en 1971, la misma semana que murió Jim Morrison.

¿Cuál fue tu primer éxito como promotor?
Emerson, Lake & Palmer, un grupo que la gente ya no recuerda, pero que en aquella época tenían uno de los directos más poderosos. Pero, para que veas cómo eran las cosas entonces, su efecto especial más importante en directo era que la batería de Carl Palmer daba vueltas. No recuerdo cuál era el mecanismo, pero no me extrañaría que bajo el escenario se escondieran dos o tres tipos haciendo girar una manivela (ríe). Era todo muy rudimentario. No creo que nadie que entonces formara parte de este negocio pensara que podría llegar a hacerse rico. Lo único que queríamos era escuchar en directo una música muy determinada y llevar un estilo de vida muy concreto.

Y tú, te has subido a un escenario?
No. Ya viviendo donde vivo ahora, tuve la tentación cómica de aprender a tocar la guitarra. Llamé a un niño para que me diera clases y pedí a la gente de la oficina que me enviaran la guitarra acústica que tenemos del Bob Dylan y una eléctrica de los Stones. Ni así. Fue algo desastrosa. Entonces pensé que si de seis cuerdas pasaba a cuatro la cosa iría mejor y pedí que me enviaran un bajo del Sting. Tal como llegó se fue (ríe). Afortunadamente, creo que he sido un buen promotor, porque como músico hubiera sido pésimo

También lo intentaste como editor, fundando a finales de los 70 la revista Disco Express y como tendero con Gay & Company.
El caso de Disco Express es muy interesante porque como mejor era la revista menos se vendía (risas). Una revista donde escribió gente como Quim Monzó. Recuerdo que publicó un cuento erótico que se llamaba Tutifruti, donde hablaba de una niña que jugaba con los lápices, que era fantástico. También tuvimos en Biel Mesquida, los hermanos Auserón, Mariscal, Federico Jiménez Losantos ...

Federico Jiménez Losantos, también!?
Entonces era un progre, pero los de Terra Lliure le echaron dos disparos en una pierna y se le giró la cabeza. También estaba Pablo Malvido, que era el seudónimo que usaba Pablo Maragall, hermano menor de Pasqual Maragall. Escribía mucha gente y muy buena, pero al final tuvimos que cerrar. Y con la tienda de discos, Gay & Company, pasó más de lo mismo. Más que una tienda era un centro cívico donde la gente venía a pasar el rato, a escuchar música y beber en porrón y comer carquinyolis (ríe). Finalmente me di cuenta de que, más que ser un catacaldos, tenía que concentrarse en el negocio que realmente dominaba. Por eso también me especialicé en los grupos anglosajones. Cuando llegué, aquí había gente importante como Llach, Serrat, Raimon ... Pero todos ellos ya estaban organizados. Por otra parte, hasta que no apareció toda la gente del rock layetano, aquí prácticamente no existían grupos de rock muy populares, mientras que los de fuera no les llevaba nadie.

Y tú fuiste el primero en llevar, entre muchos otros, los Stones.
Todo fue gracias a Emerson, Lake & Palmer, que hablaron muy bien de mí. En aquellos momentos los guiris nos veían como un país gris, y aunque no éramos tercermundistas nosotros no teníamos ningún tipo de autoestima. Cuando en 1976 anuncié que llevaba los Stones, mucha gente no lo creyó hasta que no los vio en el escenario. Parecía imposible. A partir de Stones, no diré que fue coser y cantar, pero mi imagen a nivel internacional se consolidó. Como dice el tópico, tuve la suerte de estar en el lugar oportuno en el momento oportuno. El momento era finales de los 70 con la efervescencia del rock, y el lugar, aunque pareciera altamente improbable, España (ríe).

Ahora se celebra el treinta aniversario del primer concierto de Bruce Springsteen en Barcelona, ​​también organizado por ti.
Un bolo de referencia. Este 2011 está siendo muy curioso porque ha sido el treinta aniversario de la muerte de un Bob Marley que había tocado en Barcelona en un concierto también montado por mí. Efectivamente, ha sido el treinta aniversario del primer concierto de Bruce Springsteen en Barcelona y el treinta y cinco aniversario del primer concierto del Stones. He llegado a un punto en que, cuando la gente me pregunta qué hago ahora, respondo que las efemérides (ríe).

Has vivido de todo junto a todas estas estrellas del rock, ¿verdad?
Y tanto! Recuerdo especialmente el concierto de Lou Reed en el campo de fútbol del Moscardó en Madrid. Le tiraron algo nada más salir al escenario y se marchó sin tocar ni una sola canción. La gente subió al escenario y le destrozó, y él lo tuve que sacar por la puerta trasera para que no lo mataran (ríe). Como los The Clash, que me encontré pegándose entre ellos después del concierto en Donostia. O la cancelación del concierto de Bob Marley en Madrid, el escenario del concierto de los Stones en 1982, también en Madrid, que casi se hundió ... Si hablamos de rock, lo he vivido todo.

Y el mito del sexo, drogas y rock'n'roll, también?
De rock todo lo que quieras y más, no me puedo quejar del sexo que he tenido y las drogas las podría haber evitado, pero desgracia, la mía es una generación que, en extremas de droga, no tuvo ningún tipo de información. Y en cuanto al sexo, hubo varios factores que nos ayudaron a llevar una vida promiscua. Por un lado no había SIDA y además se inventó la píldora anticonceptiva, dando a las mujeres la misma libertad que ya disfrutábamos los hombres. Si te soy sincero, no sé si en los años 70 follaba yo o me follaba ellas.

Continúan apareciendo estrellas del rock?
Es difícil. La industria musical apuesta por lo seguro y deja experimentar poco. Una industria musical que, como sigue los mismos patrones que programas de televisión como Operación Triunfo, ahora rechazaría Bob Dylan para cantar mal y Mick Jagger por maleducado. Con todo, aunque no hay tantas como treinta o veinte años atrás, siguen surgiendo estrellas del rock y ahora se nos acaba de morir una. El Amy Winehouse era auténtica, tenía carisma y personalidad. Es cierto que todo esto se le giró en contra, pero lo tenía todo y nada era fabricado.

¿Cómo ves la actual oferta de música en directo?
La gente se piensa que, como ya no se venden discos, se compran más entradas. Pero eso es mentira. La crisis también ha afectado a la música en directo. Probablemente hay un excesiva oferta de conciertos y el que piense que se hará rico con este negocio, lo lleva claro. Si tuviera que empezar ahora no me haría promotor. Actualmente, lo que ganas con diez conciertos lo puedes perder fácilmente en uno solo. La última vez que perdí dinero me volaron casi 800.000 euros. Di que se puede permitir hoy en día perder esta morterada de dinero.

¿Quién te hizo ese agujero en el bolsillo?
Peter Gabriel.

¿Hay algún grupo que siempre sea rentable económicamente?
Ninguno, ni siquiera nombres como los Stones, U2 o AC / DC, y menos ahora con la crisis. Si los concierto fueran una ciencia exacta yo no estaría tan mal de los nervios. Aunque ahora miro cada día cómo la venta de entradas. Te puedo decir exactamente cuántas entradas ha vendido hoy los próximos conciertos de George Michael, Roxette, Rihanna ...

Pero tú no te habías retirado, vendiendo la empresa a los estadounidenses de Live Nation?
Estoy en una situación que ni yo mismo no sé cuál es (ríe). Me es muy difícil desvincularse completamente de mi empresa, no sólo porque lo he creado yo sino porque mucha de la gente que trabaja no son empleados sino amigos que conozco desde hace veinte, veinte y cinco o treinta años. Gente muy cercana a mi corazón. En el otro extremo, ahora estoy a punto de hacer sesenta y dos y me he pasado toda la vida currando como un burro. No me han ido bien las cosas para ser más inteligente sino porque, mientras los demás dormían, yo currar. A lo largo de los años he tenido siete relaciones, las seis primeras me han dejado por el trabajo y la séptima no la quiero perder. Ahora lo que quiero es vivir.
"La industria musical, como sigue los mismos patrones que programas de televisión como Operación Triunfo, ahora rechazaría Bob Dylan para cantar mal y Mick Jagger por maleducado"

¿Por qué huir de Barcelona y exiliarse tiene en medio de la montaña?
¿Por qué las ciudades no me han gustado nunca demasiado y no quiero morirme en una. La muerte es un tema que me obsesiona mucho y lo único que me hace eclipsar este tipo de conceptos es la naturaleza.

Cuando hace que no vas a ver un concierto?
Ahora hacía tres años que no iba a ningún otro día fui a ver el Sting. Normalmente, cuando voy a un concierto, tengo la lista de canciones por adelantado im'apropo escenario cuando sé que tocarán las que más me gustan (risas).

Esto es como ver una película sabiendo el final!
Cierto, pero también te diré que no puedo ver ninguna de película si antes no he leído la sinopsis (ríe).

¿Cuál ha sido el mejor concierto que has visto?
Uno de los mejores fue el de Bob Marley en Barcelona, ​​que fue espectacular. Hay otro lo que no se habla mucho, pero que para mí fue brutal, que es el de la Ian Dury en Badalona. Durante aquella gira cogía a un tipo del público, normalmente el que tenía una imagen más desastrosa, lo hacía subir al escenario y lo convertía en una estrella del rock. Esa transformación era fascinante. Como el Ian Dury había tenido la polio y arrastraba una pierna, quería demostrar que todo el mundo podía ser una estrella. Y el primer concierto de Michael Jackson me quedé embobado mirándolo.

Se te ha resistido nunca ningún artista?
Estuve muchos años detrás del Bob Dylan pero finalmente lo conseguí, y lo mismo con los Who. Ya les quise traer 1976 porque quería abrir un local y inaugurarlo con los Stones y cerrarlo con los Who. Incluso los envié una carta donde les explicaba que me gustaría llevarlos para cerrar un local, pero no para destrozarlo (ríe). Y es que los Who podían llegar a ser un poco salvajes (ríe). Al inicio hacía todo lo que me gustaba y dije que no a cosas como Simon & Garfunkel o Cat Stevens porque me parecían demasiado empallegosos, pero con el tiempo aprendí que no siempre tenía que seguir mi criterio o gustos musicales. Me hubiera gustado llevar en Marvin Gaye, pero no hubiera ido nadie. Eso sí, me arrepiento de no haberlo ido a buscar porque no tuve la oportunidad de verlo en directo. Y lo mismo con el Aretha Franklin.