MIÉRCOLES
Fuimos el martes a dormir a casa de un amigo que vive en el este de Londres (nosotros vivimos en Acton, y desde Acton hasta la parada de Greenwich, en autobús, se tarda como dos vidas y media) y nos levantamos prontito para llegar al bus de Seetickets. Sin problema en la hora de salida, pero el atasco de todos los años al atravesar Londres de este a oeste, y total, llegamos allí como 4 horas más tarde, a lo que se añadió DOS PUTAS HORAS de hacer cola con los macutos porque nos metieron a todos los de Seetickets en el mismo lado. DOS HORAS. Estaba nublado, al menos, pero al final del día me quemé.
Pero llegamos con un hambre de la hostia, y con ese hambre de la hostia tuvimos que montar las dos tiendas (la nuestra y la de nuestro colega), que al final puse en Oxylers bastante cerca del Other Stage. Por supuesto discutimos al poner la tienda. Por supuesto tras hacerlo nos echamos un rato. Y ya como a las 3 o a las 4 decidí llevar al novio a dar una vuelta por el recinto, empezando por Green Fields (¿por qué mezclan cosas como homeopatía o lectura de tarot con reivindicaciones para gente con incapacidades o de minorías sociales? ¿No se dan cuenta de que devalúan mucho esas reivindicaciones al darle el mismo valor?) y bajando por Greenpeace. No había mucho, pero el puesto de paellaria tenía unos arroces de verdura de caerse por la pata de lo bueno que estaba ese arroz, y eso que ni uno de ese puesto sabía español (sí, sé que si fuera un brasa valenciano estaría explicándoles ahí cómo están insultando la sagrada tradición de bla bla bla PESAOS EL ARROZ ES COMO SALGA BIEN COÑO). De verdad, la mejor comida del festival.
¿Y después? Intentamos ver si pillábamos algún concierto, algún sitio abierto, o si nos relajábamos en algún lado. Pero el ambiente el miércoles era rarísimo, basicamente porque tenían pensado abrir el doble de sitios que abrieron al final (tema de licencias) y tenía todo el rollo de que estaban desmontando el festival más que al contrario. Yo estaba de mala hostia, mi novio también, casi discutimos de nuevo porque encima cortaban la mitad de los accesos, y tadá, media hora más tarde de lo esperado abrieron el Bloc 9 y concretamente el NYC Downlow. ¿Dónde estuvimos toda la noche? Efectivamente. Djs de house no conocidos pero muy decentes, poniendo negros cantando, negras berreando, y trompetas, saxos y pianos. Al poco se llenó del público esperable, y estuvimos muy felices.
Me pillé un pedal importante.
JUEVES
Si el miércoles fue un día raro, el jueves ya fue un poco de ponerse de mala hostia. La mañana era tiempo muerto, tiempo de no hacer nada, porque las cuatro cosas que estaban habiertas tenían todo el festival (que ya estaba allí) ocupándolo, y el resto estaba o cerrado, o bloqueado, o muerto. Sólo podías beber al sol. Al poco abrieron el Spaceport, que este año aprovechaba la carpa de Elrow de hace dos años: han quitado la decoración ochenterofuturista y han dejado una puta mierda impersonal que se llena de la peor morralla de todo Glastonbury, pero eso sí, con un poquito mejor de ventilación y con unos djs algo más decentes: Cousn dejaba caer house, Manami era un poco una Peggy Gou de rastrillo, y Lyzza, albricias, dejó caer una mezcla de africanismo y techno. Entre tanto, también visitamos el Spike bar: Emily Dust se dedicaba al brasileñismo electrónico y Hotsteppas nos echaron al momento con su reggae de bajona. Había después una sesión especial de Prince que, como me dijo un amigo aún más fan que yo, se llenó de gente que no se sabía ninguna canción y que estaba allí porque era el sitio donde se tenía que estar (un punto que he notado varias veces en este Glastonbury, que parecía que mucha peña iba con la guía del Vice, Pitchfork, Rockdelux, Daily Planet o lo que fuese).
Silver Hayes estaba insoportable. Los djs eran generalmente decentes, pero era imposible entrar y el clima era de un botellón con la música bajita. Nos fuimos al Glade para esperar a Jon Hopkins y me cago en todo el planeta Tierra, casi morimos: hicimos sitio, pero vino uno de esos grupos que vienen tres amigas y que traen poco a poco al resto de los 15 del grupo, que nos fueron apretujando pese a que nos quejamos porque, total, a ellos se la suda ir empujando, ir dando codazos y medían dos metros. Decidimos irnos y en irnos tardamos todo el concierto, pues había en The Glade el equivalente en público a un concierto normal en West Holts. Incluso cuando ya se oía absolutamente nada del escenario, la gente se amontonaba. Se amontonaba hasta el primer bar, hasta el segundo bar. Fue un puto infierno y casi no lo contamos, y me hizo preguntarme qué sentido de la diversión o de la fiesta tiene esa gente. No, si lo sé: estar ahí, hacer stories del instagram y contar que han estado ahí.
Finalmente conseguimos escaparnos a Silver Hayes, y nos metimos en Croissant Neuf donde Tootard hacían un facilón y divertido concierto de mezclas árabes y jamaicanas. Se llenó al final de veinteañeros que gritaban como futboleros y se subían violentamente a hombros unos de otros para acabar chocando y cayéndose y reírse como hienas, pero pese a todo el ambiente era divertido. Tras eso tenía marcado en unas horas el Gully Blues y fue el gran acierto y una cosa que marcaría los tres días: las noches, mil veces mejor que los días. Ellie Stokes fue la hostia con su electro, house, breakbeat y lo que hiciera falta, Laurence Guy hizo una típica sesión de la gente de Church (dos highlights para mí: el temarral de Paxton Fettel "This Love" y supertemarral de Akufen "My blue house"), y Mall Grab incidió en el electro en otra de sus sesiones donde casi se lo pasa mejor él que el público. Un cierre cojonudo para un día que casi me deja de mala hostia.
CONTINUARÁ