Concurso de cuentos

Se que la anterior vez que lo propuse la gente paso por completo, pero me gustaria que puedieramos hacer una especie de concurso de cuentos. Me gustaria que escribieramos todos una pequeña historia y la colgaramos por aqui y luego entre todos elegir la mejor. No se que os parecera o si preferis echar al olvido este hilo, pero ya que nos pasamos tantas horas al dia delante de un teclado podriamos aprovechar unos pocos minutos al dia y escribir.

Ale, queda abierto el plazo de presentacion de cuentos, sin limite de palabras, sin tema obligatorio, simplemente por entretenernos todos.

¡Buena reidea!


pongo a mis meninges a trabajar....no prometo nada

cachuli, cuenta el de flora rostrobruno
o aladrock que tambien se lo sabe....

Habia una vez, un pez que no tenia nuez...el pobre envez de callarse de una vez, no tuvo reparo en decir que este cuento era una desfachatez.


Ahora no, pero si tengo un rato libre y estoy con ideas lo hago.

Nadie se calienta la cabeza o q?

ICETOPO escribió:

Nadie se calienta la cabeza o q?

Que escriba Cachuli, que pa algo ha abierto el post...

cuentame un cuento y veras q contento, m voy a la cama y tng lindos sueños

(y mi madre m contaba los cuentos de la cancion y m decia q se los inventaba.. q ilusa era.. al menos los alargaba porque m sabian a poco y ahi le tocaba inventar )

Esto es una mierda que escribi con 15.
Os lo pongo porque hace la vida que no escribo mas que canciones o criticas.

Escarlata: la mujer de cristal

La historia que me dispongo a relatarles a continuación, ocurrió el verano del año 2003. Por aquel entonces, yo tenía la intención de buscar un trabajo de verano para ahorrar un dinero que me vendría bien para los pequeños caprichos que me suelen apetecer sobre el invierno y que no oso pedir a mis padres, pues me parece un gasto innecesario para ellos.
Teniendo esa intención por bandera, rebusqué en los periódicos y gacetas de la comarca algo que encajara exactamente con lo que yo buscaba; un trabajo fácil pero con un buen sueldo. Telefoneé a uno de los números que aparecían en la sección de clasificados que en mi opinión cumplía los requisitos y factores anteriormente citados. Tras varios tonos de llamada, un hombre con voz pausada y firme contestó con un “dígame” entonado entre interrogación y afirmación. Tras una breve conversación telefónica, acordamos un mutuo acuerdo concordante a lo que ambos necesitábamos.
El trabajo que había conseguido me requería tiempo y paciencia. Porque yo, ni corto ni perezoso, había requerido un trabajo en el cual debía hacer compañía a una anciana. Una idea más propia de una persona más adulta y madura que yo sin duda, pero es que en el anuncio del periódico necesitaban una persona joven. A primera vista la idea puede resultar alocada o todo un reto, teniendo en cuenta que los jóvenes como yo por esas fechas deberían estar disfrutando del último mes de vacaciones antes de empezar con la diaria rutina de ir al instituto a afrontar lo mas descansado posible un nuevo curso. Aunque a mí eso no me causa estragos ni demora, pues la importante suma de dinero que ese trabajo me daba la oportunidad de acumular era más que recompensable.

El caso es que el primer día del mes de agosto, a la misma hora que el crepúsculo lucía una tenue luz que iluminaba las calles de la raquítica localidad portuaria llamada San Pedro, yo permanecía junto al portal número trece en disposición de presionar el último botón del portero automático. Nada más presionarlo, y sin preguntar siquiera quién reclamaba la atención de los habitantes de aquel apartamento, alguien me abrió el dispositivo de apertura mecánico de modo que yo solo tuviera que empujar la puerta para poder adentrarme en el portal de aquel vetusto edificio de solo dos plantas.
Al llegar a la puerta del apartamento donde iba a trabajar por todo un mes, me esperaba con una sonrisa de par en par un hombre mediano de unos cuarenta años de edad que lucía un cabello canoso y un traje con corbata de diseño exclusivo. Tras unas breves presentaciones, aquel señor llamado Ezequiel, me hizo un gesto de bienvenida invitando a entrar en su supuesta casa.
Al adentrarme en el apartamento, y en cuestión de un par de segundos, percibí un aroma totalmente nuevo para mis sentidos. Al llegar al salón me encontré con una anciana. Tras saludarla y ver que la movilidad de aquella persona era mínima, me giré hacia atrás como pidiendo una explicación a su poca movilidad. En cosa de unos segundos, Ezequiel me explicó que Escarlata sufría una enfermedad de cuyo nombre no me acuerdo. La fragilidad de los huesos de las personas que padecen esa enfermedad, es equiparable a la del más frágil cristal; con un solo apretón de manos, su muñeca podía fracturarse en pedazos.
Asombrado por la gravedad de la enfermedad que sufría la pobre anciana Escarlata, me prometí a mi mismo cuidar de esa persona como lo que más quería en el mundo en aquellos momentos.

El primer día en mi trabajo de hacer compañía a Escarlata se hizo eterno. Después de haber marchado Ezequiel, intenté relacionarme con ella. Empecé a preguntarle cosas algo absurdas, porque como podréis comprender, ambos éramos desconocidos. Al cabo de un rato y después de mil empeños fallidos de crear una conversación coherente entre Escarlata y yo, saqué mis libros de historia y empecé a estudiar pues tenía que recuperar la evaluación que había cateado en el mes de septiembre.
Inesperadamente, la anciana empezó a preguntarme sobre que tema estaba estudiando. Tuve la intuición de que si algo había que llamara Escarlata, eran los libros. Y así fue. La vetusta mujer me empezó a recitar “batallitas” y anécdotas de nivel cultural y didáctico muy grande que iban acorde a lo que yo estaba estudiando.

Tras largos y extensos minutos de relatos históricos, la anciana empezó a contarme como había sido su vida muy brevemente. De todo lo que me contó, destaqué como interesante que nació en Holanda y que emigró al norte de una España en guerra que ni ella tuvo valor de describirme. Avisté un rostro muy dañado por el paso de la edad y lo muchos años que llevaba sin salir de su hogar que era para ella su fortaleza, la que le protegía de los peligros de la naturaleza que podrían peligrar el estado de Escarlata y de las ignorantes bromas y calumnias que los jóvenes le citarían. Su expresión era intensa pero pasiva. Su ritmo de voz era muy parado pero a la vez sus palabras resultaban dar vida a lo que contaba; aunque quizás fuera el aroma intensa que nublaba la casa lo que me envolvía en una situación adormecida y soñolienta.
Los rasgos de la cara de la señora Escarlata eran únicos. Su sonrisa resultaba contagiosa, a pesar de la falta de varias muelas y el colmillo derecho, y su humor no se hacía notar pero resultaba una mezcla entre la ironía, la sátira y el denominado humor negro.
Cuando el atardecer hizo presencia y las farolas de San Pedro se encendieron dándole un aire calido a las calles, Escarlata me guió a lo que a primera vista parecía un armario pero en realidad era una amplia librería. Estaba repleta de estanterías que a su vez estaban repletas de libros. Pero lo que Escarlata recogió de una de las estanterías no fue precisamente un libro, sino que era una colección completa de relojes de bolsillo que ella misma había ido coleccionando cuando era joven y su movilidad era completa. Me explicó todas y cada una de las piezas de la colección y la procedencia de éstas.

A lo largo del mes, yo intentaba descubrir como afrontaba ella su enfermedad y la intentaba convencer de que podía salir fuera de su hogar con la ayuda de los avances de las nuevas tecnologías o simplemente con la ayuda de una de una silla de ruedas que le permitiría a Escarlata no cansarse en distancias más largas que ir del sillón a la librería.
Cundo yo la hablaba sobre este tema, ella siempre miraba con una inquietante parsimonia a través de la ventana que tenía unas preciosas vistas al amarradero de barcas y “txalupas” de los jóvenes de la pequeña localidad.

La verdad es que después de un mes, la señora Escarlata y yo nos llevábamos fenomenal y mantenía una amistad equiparable a alguna otra con alguien de mi edad.
Después de cumplir mi trabajo y recibir mi sueldo por ello, aún seguía yendo de vez en cuando a hacer una visita a la anciana Escarlata.

El uno de agosto del 2004, cuando se cumplía un año del día en el cual Escarlata y yo nos conocimos, Escarlata murió. Salio de madrugada hacia el amarradero cuando una de sus frágiles piernas se fracturó y la anciana cayó desplomada a la sucia agua del puerto. Solo cuando unos jóvenes practicaban piragua, fue avistado el cuerpo de Escarlata: la mujer de cristal.

Fue un duro golpe para mí recibir aquella noticia de parte del señor Ezequiel. Cuando éste vino a notificarme sobre la muerte de Escarlata, trajo consigo la caja donde la anciana guardaba su colección y entregándomela me dijo: “Ella querría que tú te quedaras con esto”.

Joder indie, era un pequeña historia..jajajaja

Habrá que leerla.

ICETOPO escribió:

Joder indie, era un pequeña historia..jajajaja

Habrá que leerla.

Nose, es que yo lei esto

Cachuli escribió:

Ale, queda abierto el plazo de presentacion de cuentos, sin limite de palabras, sin tema obligatorio, simplemente por entretenernos todos.

aun asi, da igual es para que alguien mas se anime, no hace falta leerlo

ICETOPO escribió:

Joder indie, era un pequeña historia..jajajaja

Habrá que leerla.

Sergi, leetela tu y luego me la cuentas...

Este hilo es para HKFX

morecai escribió:

ICETOPO escribió:

Joder indie, era un pequeña historia..jajajaja

Habrá que leerla.

Sergi, leetela tu y luego me la cuentas...

Joder que historia mas tragica. Te resumo More.

Pues el chaval queria sacarse una pelas en verano, y empezó a buscar un curro facil y que se ganara dinero. Encontró un curro de canguro, pero en vez de una niña, cuidaba a una vieja que padecia la enfermedad esa de los huesos de cristal. El chaval cogio confianzas con la anciana, y ella le contaba las batallitas. No queria salir a la calle, por miedo a que le pasara algo, y el chaval la convenció para salir. Al año siguiente se entero de que habia muerto pq salió a dar un paseo y se fracturo una pierna o un brazo, ya no me acuerdo.

Moraleja, si cuidas ancianas con la enfermedad de los huesos de cristal, jamas las animes a salir.

gracias indierock eres el primero que cuelga algo... a ver si se van animando los demas

cachuli, pon laa historia de cuando eras pequeño, mola un montón.

Yo no escribo, no se me da bien

Es real la historia? tienes los relojes?

Eso cachu, pon la historia de tu vida!

ya la escribire, se borro al darme de baja en el flog

ayy deberías de haberla guardado!!

franzzz escribió:

Este hilo es para HKFX

Voy a colgar una, jujuju. Espera que rebusque, alguna no muy laraga, que el otro día escribí la más larga que he escrito hasta ahora.

Va una violenta. No es la mejor, pero me importa poco.

FIESTAS DE GUARDAR


En medio de su acto onanista matutino, nuestro protagonista se ve interrumpido por los golpes en la puerta, detrás de la cual se puede oír una voz infantil reclamando su presencia. Terminando su labor con velocidad punta, se viste con el atuendo pertinente, sale del pequeño cuarto, encontrándose de bruces con su sobrino; se lava las manos en una pila bautismal y comienza la ceremonia. La misa comienza con puntualidad y nuestro protagonista, al que llamaremos a partir de ahora 'Sr. Perro', es la cabeza visible del evento, un hombre maduro pero de buen aspecto, con cara de hombre responsable, listo más que inteligente, buen porte, buen tono físico, espeso pelo negro; está acompañado por el monaguillo, su sobrino, al que daremos el apodo de 'Joven Canario', del que se hizo cargo tras la triste desaparición de uno de sus hermanos y de su cuñada. Qué triste. Hoy es el gran día. No sólo es domingo, sino que coincide con alguna de estas fiestas en las que todos nos sentimos bendecidos por la Gracia divina y con absoluto derecho a ser perdonados por los pecados cometidos, por muy graves e imperdonables que éstos sean. El templo está a rebosar. Todo se desarrolla con normalidad en la casa del señor. Sin embargo... ¡Qué emocionantes son los sin embargos! Sin embargo, si aguzamos nuestro oído, podremos escuchar la respiración acelerada en uno de los confesionarios de la iglesia. Un hombre, al que llamaremos 'Sr. Rata', inhala y exhala como si acabara de dar a luz, pero no sostiene un bebé entre sus brazos. El sudor resbala por su cara, enrojecida y con algún rastro de golpes. Sus cada vez más amplias entradas parece que crecen a cada segundo. Llega la hora de la colecta. "¡Oh, sí, la colecta!- piensan a la vez ambos Señores Animales- Sin duda los feligreses ayudarían con ello al pobrecito Dios. Pero como de Dios no se sabe nada desde hace un tiempecito, ¿por qué no me ayudan a mí, que probablemente lo necesite más?".

Ahora viene el clímax del sin embargo. Tras haberse recogido todo el dinero de la colecta, y desde la parte trasera de la iglesia, podemos oir el sonido de un disparo que impacta en el poco elabarado techo del edificio. Todas las cabezas se giran, con una expresión entre el estupor y el terror. El 'Sr. Rata' estaba de pie sosteniendo en una mano un arma de considerable tamaño y en la otra un saco. Gritó al pequeño monaguillo que echara en él todo lo recogido y 'Joven Canario' fue a depositar todo el dinero que había en el cestillo. Nuestro pequeño amiguito fue corriendo hacia el altar, mientras todos los allí presentes seguían la carrera con sus miradas. Cuando 'Joven Canario' llegó a la posición de su tío, todos los ojos se posaron en la pistola que 'Sr. Perro' sostenía firmemente. Aunque muchos de ellos no aprobaban el asesinato, la mayoría estaban de acuerdo en que esa era el castigo que 'Sr. Rata' merecía, y si este era infringido por Dios, a través de su queridísimo representante en la Tierra, más justo sería si cabe. Sin embargo... ¡¡Oh, sí, sí, otro sin embargo!! Sin embargo, de la boca de nuestro 'Sr. Perro' no salió un "¡Alto, Pecador!" o "¡Detente, Hereje!". No, no, no. Las palabras exactas fueron: "Si colaboran, no les ocurrirá absolutamente nada y en un futuro Dios les acogerá en su hogar, hogar de todos los buenos cristianos, de los buenos creyentes. Su hogar". Pero el tono no era un tono de arrepentimiento por lo que estaba pasando, era más bien irónico, incluso láscivo, con sorna. Su héroe salvador se había convertido en el mismísimo Belcebú. Feligrés a feligrés, 'Joven Canario' iba recogiendo en distintos sacos todos los bienes valiosos y no valiosos de los presentes, mientras 'Sr.Perro' les apuntaba amenzante y 'Sr. Rata' vigilaba la entrada. Finalizaba la jornada laboral, los tres salieron de la iglesia, asegurándose desde fuera de que todas las puertas estaban bien cerradas y que ninguno de los atracados conservaba su teléfono móvil, se dirigieron a un aparcamiento a unos 100 m. del lugar, donde tenían preparado un coche. Pero vaya, nuevamente nuestro no-héroe, el 'Sr. Perro', no sorprende con una de las suyas. Tras haber metido todas las bolsas de dinero, joyas y demás objetos en el maletero, no se le ocurre otra cosa que, de pie, desde el lado izquierdo del coche, pegarle un tiro en la cara al 'Sr. Rata', que se encontraba al otro lado, sonriendo, satisfecho por no haberse puesto nervioso durante "el trabajito". 'Joven Canario' ya se encontraba sentado en la parte trasera del coche rojo con tapicería de cuero cuando este pequeño incidete tuvo lugar. Solamente vio al 'Sr. Rata' caer de espaldas. El 'Sr. Perro' montó en el coche, dispuesto a comerse el mundo. Última parte del plan.

S.P.: Baja del coche y comprueba si está muerto.
J.C.: ¿Por qué?
S.P.: Si está vivo podría decirle a la policía hacia donde hemos huido.
J.C.: ¿Por qué yo no sé a dónde vamos?
S.P.: No hace falta que lo sepas.
J.C.: ¿Y si está vivo? Podría hacerme algo- dijo comenzando a llorar.
S.P.: En caso de estar vivo estará inconsciente.
J.C.: Pero tengo miedo...- llorando desconsoladamente.
S.P.: ¡Qué bajes de una puta vez, joder!- gritó girando la cabeza hacia el chico y escupiendo saliva.

Dicho y hecho, el niño se bajó por la parte izquierda del coche. Muy despacio rodeó el coche por detrás, se acercó al cuerpo del 'Sr. Rata' y se agachó. Tenía la cara desfigurada y un charco de sangre en el suelo, en torno a su cabeza. El niño le puso la mano en el cuello, llorando sin parar. Muerto. Se puso de pie y sin necesidad de inclinarse un poco para asomarse debido a su estatura, miró al 'Sr. Perro' a través de la ventanilla del copiloto. El 'Sr. Perro' bajó la ventanilla.

S.P.: ¿Está muerto?
J.C.: (Llora asintiendo con la cabeza)

Llevando a cabo su plan, el Sr. Perro respira hondo y dispara tres veces al niño en la cabeza, que cae de espaldas encima del 'Sr. Rata' y rueda hacia su izquierda. El 'Sr. Perro' mete el arma en la guantera, arranca el coche y se va en busca de algún lugar tranquilo.


(La gente no se ríe de lo que debería)

HFKX escribió:

Va una violenta. No es la mejor, pero me importa poco.

FIESTAS DE GUARDAR

El que quiera un cuento que me busque a las siete de la mañana el sábado.

Erase una vez un humilde trabajador que remendaba zapatos, le llamaban zapatero... decidió prometer 400 euros....


Va era broma es que es viernes y estoy que me salgo...

Para un post que me mola!!!!! (El resto son caca, la verdad )